Juncarejo: un "hermoso jardín" del S. XIX

UN HERMOSO JARDÍN 

En el Testamento y memorias de Antonio Correa, García Sánchez describe el Juncarejo como un “hermoso jardín” -propiedad de José Aguado Correa, quien fundara en 1712 la fábrica de paños finos de Valdemoro, que a su vez se comunicaba con la casa solariega de su propietario a través de una bóveda. Este elemento, probablemente, fuera uno de los últimos vestigios de un viaje de agua, construcción de origen árabe por la que se conducía el líquido elemento desde los manantiales subterráneos a los núcleos de población. 

Asimismo, García Sánchez menciona en dicho documento un cuadro en el que aparecen retratados sus tíos sobre el fondo del jardín del Juncarejo, “junto al estanque grande, donde caen los caños, y junto a la bóveda”. Es la única constancia escrita que queda del que, según estos indicios, parecía ser un vergel en el que la importancia del agua pone de manifiesto ciertas resonancias árabes. 





EN MANOS DE LA CASA DE GAVIRIA 

Aunque se desconocen las circunstancias por las que la finca cambió de manos, lo cierto es que hacia el último tercio del siglo XIX los titulares del Juncarejo son los Marqueses de Gaviria, quienes contribuyeron al engrandecimiento y mejora de la finca. 

En este sentido, el doctor La Calle, en su obra Valdemoro, afirma que la Casa de Gaviria “con grandes dispendios, había conseguido al sur y extramuros de Valdemoro un espacioso y bonito jardín conocido por El Juncarejo, que surtido de buenas y abundantes aguas, pronto con su frondosidad, armonía y limpieza, se convertiría en paseo delicioso y recreo de las mejores familias, con especialidad en primavera y verano”

Los Gaviria eran también los propietarios del ya por entonces derruido convento del Carmen, amén de otras varias y valiosas fincas rústicas repartidas por todo el término municipal de Valdemoro. Buena parte de todas estas posesiones fueron adquiridas por el Marqués de Vallejo en una fecha que el Padre Rosendo Castañares, en su Breve Noticia de la Casa de Valdemoro (1928), sitúa en 1877. 

Probablemente de esa época date la que aún hoy el alumnado y el personal del colegio conocen como la Casa del marqués, una discreta y sobria construcción situada en un extremo de la fachada del edificio principal que, según parece, fue utilizada como residencia de recreo por el marqués de Vallejo y quizá también por los Gaviria. 


EL ALTRUISTA MARQUÉS DE VALLEJO 


Lo cierto es que desde el mismo instante en que El Juncarejo pasa a engrosar el patrimonio del marqués éste se propuso cederlo con fines altruistas. Primero, según el padre Castañares, se lo ofreció gratuitamente a la congregación de los Padres Paúles, ofrenda que amablemente rehusó el entonces visitador provincial, Padre Maller. 

Superada la decepción inicial, el noble benefactor siguió firme en su propósito de realizar una donación caritativa y solidaria que, finalmente, favoreció a la Guardia Civil. Más predispuesta que los Paúles a recibir los favores del Marqués de Vallejo, se hizo cargo, en 1878, del convento del Carmen -ya en ruinas- y de la finca del Juncarejo. Tomó posesión de este patrimonio el entonces Director General de la Benemérita, Fernando Cotoner y Chacón, Marqués de la Cenia, mediante escritura otorgada ante el notario de Madrid Hilario Carrillo. 

El objetivo era construir un asilo para huérfanas del Cuerpo puesto que, hasta ese momento, sólo recibían protección y cobijo en un colegio de beneficencia de Aranjuez cuyas plazas empezaban a resultar insuficientes. 





Aún hoy sigue sin estar muy claro el motivo que llevó a la Benemérita a erigirlo en un lugar alejado del casco urbano, al sur y extramuros de Valdemoro, teniendo como tenía a su disposición el solar de los Carmelitas en pleno centro del pueblo. 


REAL PIEDRA


Pero todavía hubieron de transcurrir dos años hasta que el proyecto se puso definitivamente en marcha. Ni siquiera faltó el impulso real. El 19 de junio de 1880 el Rey Alfonso XII hizo acto de presencia en Valdemoro, según la crónica de Román Baíllo, “acompañado por su augusta esposa doña María Cristina […] y sus hermanas las infantas doña María de la Paz y doña Eulalia, con el objeto de asistir a la solemne ceremonia de colocar la primera piedra para la construcción del edificio Asilo de las huérfanas de la Guardia Civil, destinado a la educación de las hijas huérfanas de los jefes, oficiales, ó individuos de dicho benemérito Cuerpo”. 

Asimismo, Baíllo describe unas calles de Valdemoro abarrotadas de vecinos ansiosos por contemplar el paso de la comitiva real que se dirigió, en primer lugar, a la iglesia parroquial para asistir a un solemne Te Deum. Posteriormente se trasladaron al Juncarejo, donde se había decidido que la parte más elevada de la parcela sería el lugar idóneo para erigir la residencia. Allí, y con todo el boato inherente a la presencia real, se procedió a firmar el acta de colocación de la primera piedra, en un acto no muy diferente de otros similares que tienen lugar en pleno siglo XXI. 

La mencionada acta, que fue firmada por el monarca y todos los integrantes de la familia real presentes en la ceremonia, fue enterrada bajo la primera piedra junto a “un ejemplar de La Gaceta del día de hoy, un Boletín Oficial, varios acuerdos de las Juntas celebradas para la constitución de la Sociedad [y] monedas con el busto de S.M.”. 

Según narra Román Baíllo, el evento quedó deslucido por la pertinaz lluvia que descargó sobre Valdemoro durante toda la jornada, empañando todos los actos y, muy especialmente, el desfile final. La visita real concluyó con un recorrido por las dependencias del Colegio de Guardias Jóvenes. 



EL EDIFICIO Y LA FINCA


Poco más de un lustro después de ese majestuoso día, el 19 de noviembre de 1885, se procedía a la inauguración oficial del Colegio Marqués de Vallejo, que recibió este nombre en claro homenaje al generoso noble que cedió los terrenos para su construcción. No hubo en esta ocasión presencia real, puesto que Alfonso XII moriría sólo seis días más tarde. 

Las crónicas del doctor Anastasio La Calle y el propio Baíllo no ahorran adjetivos a la hora de describir el edificio, erigido por suscripción voluntaria de todos los miembros del Cuerpo y proyectado por el arquitecto provincial, Bruno Fernández de los Ronderos.

Sólido, elegante, de moderna construcción” para uno, “grande” y hasta “suntuoso” para el otro, ambos coinciden en que no le faltaba de nada. La planta baja se reservó para el área educativa, con amplias salas de clases magníficamente equipadas, aseos, comedor, y lo que en la época se denominaba habitación de baño. La zona residencial se ubicaba en la primera planta por la que se distribuían los espaciosos, bien ventilados e iluminados dormitorios. La cocina, el office, la alacena y otras dependencias de servicio se encontraban en el sótano. 






Todo ello amueblado, en palabras del doctor La Calle, “con una decencia que a algún escrupuloso pudiera parecer elegancia”. 

Mención especial merece la capilla. Sus obras de construcción fueron sufragadas por el Marqués de Vallejo y, a petición suya, está dedicada a la advocación del patriarca San José, en memoria de uno de sus vástagos, Manuel José, que había fallecido tiempo atrás. 

El oratorio forma, a decir de Baíllo, “un crucero de brazos iguales” y cuenta con tres altares, cada uno de los cuales alberga una imagen: San José, la Purísima, y San Vicente de Paúl. 

Todo ello sobre una finca cuya extensión supera las 11 hectáreas. Según el catastro de rústica de 1909 son 113.700 m2 de superficie, de los que el 85% estaba destinado a finca de recreo, mientras que el resto se repartía entre una alameda, una pequeña parcela en la que se cultivaba el cereal, y un terreno destinado a pastos. 


Agradecimientos: Mª de los Ángeles Cordero. Colegio Marqués de Vallejo.

Autor: Nuria Martín

Fuente: María Jesús López Portero, Archivera Municipal
















"Y hallándose establecido en esta Villa un Colegio de Guardias Jóvenes, del que es protector Su Majestad, a cargo y bajo la dirección de idóneos, probos, é ilustrados Jefes, Oficiales y Clases del Arma, reciben en él como alumnos del mismo, tan esmerada instrucción, los hijos y huérfanos de la clase de tropa, que destinados al servicio, se adquieren las simpatías del público, las de las autoridades y demás individuos del arma, así que el aprecio de sus Jefes, por su buen comportamiento y grado de instrucción.

"Interesados Sus Excelencias en que tan benéfico resultado se haga extensivo a mayor número de individuos; y por si esto no pudiera llevarse a efecto por la carencia de un local suficiente, para ello, y fuera precisa la instalación de otro, y que a la par puedan contar con un campo para maniobras y ejercicio y sirva de recreo a sus individuos, inmediato a la población teniendo presente los eminentes servicios que presta al Estado el Benemérito Cuerpo de la Guardia Civil, a cuya Institución está confiado, no solo el orden, si es también el respeto a la propiedad, la seguridad individual y persecución de los malhechores que tan fielmente desempeña; y como prueba, del especial afecto que al propio Cuerpo profesan, y por las razones expuestas, de su bien grado Sus Excelencias han determinado hacer cesión gratuita sin ninguna remuneración al fin indicado, a los hijos de los Señores Jefes, Oficiales e individuos de tropa del Cuerpo de la Guardia Civil que al presente existen y en sucesivo ingresen en él, de las tres fincas colindadas, o sea: Solar del Convento y Huerto, adherente al mismo, arbolado sito en el término de San Pedro y de la posesión o finca de recreo conocido por el Juncarejo, con todos sus accesorios"